Son de esos días que a pesar de que uno esta presto a atender todo lo que diga el profesor francamente, esas ganas son utópicas porque preferimos estar afuera. Eso me pasó, quería escuchar una sola canción para estar bien conmigo y recordar el día más feliz de mi vida.
Seré sincero y diré que más de la mitad de mis compañeros no merecen sentarse en las sillas, pues no son tan brillantes que digamos y sus actitudes son de cómicos ambulantes.